La película ya está en cines
Escribe: Jose Carlos Torres
“Un vecino gruñón” o “A man called Otto“es la nueva película de Mark Forster, director de películas como “Finding Neverland” o“Christopher Robin”, que nos narra la historia de un anciano gruñón (Otto) que le hace la vida imposible a todos sus vecinos, haciendo rutinas diarias en las que le recalca a cada uno las normas del vecindario, pero detrás de esa amargada alma hay un hombre extremadamente triste que ha perdido la esperanza de vivir desde que su esposa pasó a mejor vida. Sin embargo, serán sus viejos y nuevos vecinos que tanto lo irritan los que le darán color a su vida.
Nuestro protagonista está encarnado por el amado actor Tom Hanks, que rara vez se encuentra en la pantalla grande como un villano, está lleno de amor por su nuevo papel. La actriz mexicana Mariana Treviño da vida a Marisol, una madre de dos niños esperando a su tercer hijo que se muda al vecindario de Otto junto a su esposo, quienes serán los encargados de cambiarle la vida a nuestro protagonista.
El objetivo de la película es claro: complacer al espectador a través del sentimentalismo, por simple o predecible que sea. Por otro lado, su tratamiento de las conversaciones sobre la depresión y los intentos de suicidio es sorprendentemente indiferente. El humor constante, aunque efectivo, rompe la cadena de dramatismo y seriedad que la trama intenta crear, haciendo que los temas pierdan sentido narrativo o emocional.
El punto emocional se basa en el sacrificio del protagonista y sus apresuradas relaciones con otros personajes. Gradualmente, la empatía emerge de caer constantemente en el papel de culpa y no asumir la responsabilidad de las propias acciones. Es un arco clásico de transformación seguido por las reglas, en cuyo punto la progresión narrativa y cinematográfica es ya muy usada, pero sigue funcionando.
Quisiera resaltar la participación de Mariana Treviño en la cinta. Desde su primera aparición hasta el final no deja de sorprender al espectador. Sus interacciones con el resto de personajes (especialmente Otto) llenan de vida y color las escenas, ya que de hecho el tiempo en el que sucede la historia es en invierno y casi todo lo que vemos en nieve (blanco). Hay gran carisma en sus diálogos, una muy buena representación de una madre latina.
Otro gran acierto son los flashbacks usados para meternos más en la historia de Otto, como conoció a su esposa, las cosas que pasaron juntos y el porqué se ha vuelto un viejo cascarrabias. Los cambios de escenas están bien logrados y colocados en el momento preciso, es como si de a pocos vamos escarbando junto a Otto en sus recuerdos que tanto lo deprimen.
Finalmente, perder a alguien que crees el centro de tu universo es un proceso difícil que uno no debería batallar solo. No obstante, la mayoría somos como Otto, queremos aislarnos, sin necesitar de nada ni nadie y solo buscamos la salida fácil. Esta película nos demuestra que no está de más dejar que algún tercero nos ayude en el proceso, a entender que la vida sigue. En este caso, los vecinos y especialmente la familia de son como la luz de esperanza que el anciano había perdido ya hace tiempo.
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